Cada tercer domingo de noviembre encendemos una vela, o prendemos la indignación por las vidas perdidas en carretera, fruto de la imprudencia. Porque los accidentes son imprudencias, bajadas de guardia, pérdidas de control al volante, que redundan en muertes, dolor, y ausencia.
Pero cada siniestro al volante es un evento con efecto multiplicador. Familias, amigos, personas cercanas. Todos respondemos (responden) con estupor ante el relato. Todos de alguna manera pensamos que a nosotros no nos puede suceder, hasta que no sucede.
Hagamos del recuerdo y el homenaje una protesta activa. Sigamos cambiando conciencias, alimentando la vigilancia, ayudando a entender que todos estamos implicados en este problema, y por lo tanto entre todos nosotros está la solución.
Piénsalo. Esa persona al volante eres tú, tu pareja, tu hij@, tu amig@. Y también eres ese malherid@ que se ve zarandeado por la imprudencia.
Un día en recuerdo de todas las víctimas para que no haya que recordar más. Un día más de recuerdo que en otro tiempo, más adelante, nos lleve al olvido. Porque ya no haya que recordar.
